Daniel Pabón
Naguanagua, octubre 29 (REDACTA).- Quien tenga tiempo sin trasladarse de Valencia a Puerto Cabello a través de la autopista, seguramente se llevará una sorpresa y deberá maniobrar el volante con rapidez justo después del distribuidor Las Trincheras. Metros atrás, la vía carece de avisos preventivos o
señalizaciones que alerten el desvío de turno por las obras de repavimentación.
En sentido hacia Puerto Cabello los hay, pero solamente cuando corresponde girar hacia la izquierda para compartir el canal de contraflujo. Antes no. "Me tocó incorporarme muy rápido al sentido Puerto Cabello - Valencia de la
autopista. El desvío lo toma a uno por sorpresa y si es de noche, peor", se quejó un conductor.
De ese punto al kilómetro 187 hay unos seis mil metros de desvío y muy pocos separadores viales desigualmente repartidos, por lo que fácilmente algunos vehículos se adelantan y hacen frenar súbitamente a quienes viajan en sentido contrario.
Aunque este viernes antes de mediodía estaba habilitado un solo canal hacia
Puerto Cabello, a veces se convertían en dos por la misma imprudencia de algunos. La inconstancia de estos tubos portátiles naranja con franja amarilla arriba, a lo largo de estos seis kilómetros, facilita el desorden, que de noche empeora por la escasa iluminación.
Terminado el tramo tampoco hay señalización previa más allá de un cartel que pide "Atención", justo donde el conductor se reincorpora. Paralelamente cuadrillas del Gobierno trabajan en el bacheo de la vía, en sentido a Valencia.
"Había avisos cuando recién comenzaron los desvíos, pero unos cuantos ya se han caído por los accidentes", afirma un vendedor de empanadas de Taborda.
A la inversa sí hay Otra es la historia para quienes viajan de
Puerto Cabello a la capital. En sentido inverso, cuatro avisos amarillos emplazados 1.000, 750, 250 y 100 metros antes del desvío, alertan a los choferes.
El segundo trayecto en reparaciones, el de El Cambur, sí cuenta con un anuncio de desvío 300 metros antes en sentido hacia
Puerto Cabello.
Pero también hay quien no atestigua estos padecimientos. Movidos por el déficit de señalizaciones, los conductores que se colean por el canal de contraflujo, los huecos y la oscuridad nocturna, usuarios como Emiliano Medina prefieren conectarse con Valencia a través de la carretera vieja. "Estoy consciente de que esa vía es más riesgosa para uno", admite.
Grúas vienen y van La escena no amerita mayores explicaciones. Rosaura Rodríguez descansa sobre una piedra mientras su piloto busca ayuda. Un hueco tuvo la culpa de que estallara el caucho delantero del carro, este viernes a mediodía. Parece frecuente. Jesús Hernández lleva tres años trasladándose por la autopista Valencia - Puerto Cabello a bordo de su grúa. "Entre 40 y 50 por ciento de los vehículos que transitan diariamente, se accidentan", estima. Cauchos explotados y rines doblados se llevan los dos primeros puestos de los imprevistos. El trabajador reconoce que la mayoría de los varados no tiene los recursos económicos para financiar el traslado. Dependiendo del destino, los montos oscilan entre 250 y 550 bolívares. Quienes comparan la vía con una guillotina, no exageran. Las estadísticas de octubre hablan de tres accidentes de gran magnitud, que cobraron la vida de cinco personas y dejaron a otras once lesionadas.