En medio de todo el júbilo que envuelve a los cada vez menos aficionados de la carnicería taurina en Venezuela, y particularmente en Mérida, estado en el que actualmente se celebra la Feria de Tovar, es importante hacer referencia a un acontecimiento trascendental ocurrido el 28 de julio de este año en España, específicamente en la comunidad autónoma de Cataluña: resulta que el Parlamento Catalán aprobó por votación mayoritaria la prohibición de las corridas de toros a partir del año 2012. Y señalamos que se trata de algo trascendental considerando que dicha comunidad española ha sido bastión tradicional de la tauromaquia, escenario de corridas al menos desde el siglo XIV:
“La primera corrida de toros que se acogió por primera vez en Catalunya data de 1387, durante el reinado de Juan I, y fue en Barcelona, según se recoge de forma oficial en el Archivo Histórico de la Corona de Aragón (…) Catalunya ha sido desde el siglo XIX tierra de grandes toreros (27 ha dado en total), lanzadera de otros, referencia también del taurinismo mundial e internacional y cuna de importantes hitos históricos”. (“El Parlament aprueba la abolición de las corridas de toros en Catalunya desde 2012”, 20minutos.es. Barcelona, 28-07-2010 [En línea]).
No obstante la tradición de la carnicería taurina en Cataluña, se impuso la sensatez gracias a la voluntad y a la presión de buena parte del pueblo catalán. En verdad es un triunfo impresionante de la razón sobre la barbarie en el país que dio origen a las corridas de toros tal como las conocemos en la actualidad. Representa, a todas luces, un duro golpe para el sangriento espectáculo, y permite augurar un futuro bastante negro para la tauromaquia no solo en el resto de España, sino en las pocas naciones en que aún se lleva a cabo, incluida Venezuela, en la que lastimosamente las corridas siguen formando parte del imaginario de unos cuantos morbosos.
El caso de nuestro país es algo complicado al día de hoy, debido a que los aficionados taurinos han recibido el respaldo de la Ley para la “Protección” Animal aprobada en diciembre de 2009. Al contrario del Parlamento Catalán, la Asamblea Nacional en Venezuela se lavó las manos respecto a la posibilidad de prohibir las corridas, y dejó tal decisión en manos de las autoridades municipales. En otras palabras, mientras que en España, cuna de la tauromaquia moderna, se intenta liquidar tan perverso espectáculo con la aprobación de leyes contundentes, el Gobierno venezolano pretende perpetuar el triste legado del periodo colonial, engañando al pueblo con la aprobación de leyes supuestamente favorables a los derechos animales. De manera que los aficionados taurinos en Venezuela pueden seguir respirando tranquilos, disfrutando de la tortura que un individuo cobarde (el torero) le inflige a un animal que lucha desesperado por sobrevivir en los ruedos.
Pero no crean los taurófilos venezolanos que la dicha les va a durar mucho. Es indudable que lo ocurrido en España marcará pauta, y motivará de nueva cuenta la lucha de los ecologistas, ambientalistas, y en general de todos aquellos ciudadanos preocupados por el bienestar de nuestros hermanos menores. Los promotores y aficionados de la “Fiesta Brava” en Venezuela ya no cuentan con argumentos válidos para defender su espectáculo, y apenas se aferran al apoyo gubernamental y de algunos entes privados; tarde o temprano las corridas de toros no serán más que un triste recuerdo en Venezuela.
Estamos seguros que ferias como la de la población de Tovar pronto serán ennoblecidas con la eliminación de las corridas, y con la realización en su lugar de diversos eventos que contribuyan al fortalecimiento intelectual y afectivo del pueblo.
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