Un mecanismo muy socorrido para la manipulación de la mente del ser humano consiste en anunciar anticipadamente como inverosímil o incierto un hecho o un evento que se prepara con aviesas intenciones. Mediante este truco el cumplimiento del hecho se niega a priori y cualquier denuncia al respecto se toma por incierta, paranoica o ingenua. El pueblo venezolano padece en la actualidad este tipo de manipulación proveniente del “oposicionismo” troglodita en relación con el paramilitarismo.
Van surgiendo evidencias de que tenemos la maldición del paramilitarismo en el patio de la casa mientras la oposición traidora niega y se burla de las denuncias al respecto. Califican como invenciones necias las advertencias de los dirigentes con el objetivo de ganar tiempo en la infiltración y organización de esta perversa peste social. El paramilitarismo es una maquinaria diabólica para infundir terror en los pueblos y lograr así la imposición de regímenes totalitarios. El paramilitarismo destruye toda organización social, crea el caos en el estado e induce la desconfianza en la estructura social conducente a lo que denominan el estado fallido. Por otra parte ocasiona muerte y desolación en medio de la tragedia, el dolor y la impotencia.
La existencia y expansión del paramilitarismo requiere de tres condiciones absolutamente indispensables: 1. Apoyo del estado. El ejemplo extremo de esta afirmación puede ser comprobada con solo mirar hacia Colombia. La tragedia del paramilitarismo ha contado con el respaldo y patrocinio de la organización del estado en todos sus estamentos de poder desde el ejecutivo, la complacencia judicial y la infiltración del poder legislativo pasando por la complicidad de las fuerzas policiales y del ejército. 2. La segunda condición esencialmente necesaria es contar con financiamiento. Las revelaciones de los capos
paramilitares han descubierto la inmensa masa de dinero que maneja esta satánica organización, proveniente de los negocios del narcotráfico en magnitudes masivas. 3. La tercera condición imprescindible es el apoyo popular voluntario o impuesto mediante el terror. No puede imponerse el paramilitarismo si los pueblos lo repudian. De manera que las primeras acciones de estos perversos especímenes antisociales consisten en ganarse la buena voluntad de las comunidades mediante acciones aparentemente favorables o ingenuas. Cuando se han cumplido estos postulados comienzan las tribulaciones de los pueblos porque los facinerosos se convierten en una maquinaria indetenible de atrocidades. Esta es la lección que puede aprenderse del sufrimiento y el dolor del pueblo colombiano.
Nada sorpresivo resulta el hecho de las preocupantes manifestaciones de actividad paramilitar en los Estados Zulia y Táchira cuyos mandatarios regionales se han comportado sospechosamente permisivos o cómplices y hasta protectores en algunos casos de cabecillas de estas funestas organizaciones. Tienen entonces cubierta la primera condición indispensable para su presencia. El financiamiento para las fechorías en el caso de Venezuela proviene del contrabando de combustibles y alimentos además de la complicidad en el tráfico de drogas a través del
territorio venezolano. Pero es forzosamente necesario que cuenten con el respaldo de las comunidades donde operan y es esta la tercera pata del trípode que puede fallar en el plan macabro.
Las organizaciones del pueblo venezolano, los opositores racionales,
los revolucionarios organizados y no organizados en partidos políticos, las organizaciones de mujeres, las organizaciones de trabajadores, campesinos, estudiantes, tienen como tarea perentoria, como misión de patria, hacer imposible la penetración de las falanges
paramilitares. La obligación de cada uno de los militantes del PSUV es formar destacamentos de inteligencia para reforzar los servicios de inteligencia del estado con el objetivo de hacer imposible que los facinerosos establezcan sus guaridas para sembrar de terror y de dolor a nuestra patria.
Mérida, 29 de Octubre de 2009.
mavet456@cantv.net